El caso de la madera
ELIGE MADERA

El caso de
la madera

La construcción de edificios puede ser más verde. Y la madera ofrece un conjunto de ventajas y beneficios que por años fueron ignorados.

Por ejemplo, la producción de vigas y pilares requiere una fracción de la energía (15%) que la de sus equivalentes en acero.

Tal vez el beneficio más sorprendente es que la madera puede actuar como un reservorio de dióxido de carbono. La explicación es larga, pero merece la pena: a medida que un árbol crece, retira dióxido de carbono de la atmósfera y lo almacena. Cuando un árbol llega a la madurez y se cosecha, se puede plantar otro árbol, que seguirá retirando carbono de la atmósfera. El carbono se libera, eso sí, cuando la madera se pudre o se quema. Eso provocó una reacción en la provincia canadiense de British Columbia. Hace una década, una plaga afectó a 18 millones de hectáreas de bosques. Si todos esos árboles se descomponen o se queman en incendios forestales, las emisiones de carbono de Canadá se incrementarían en 2% para el periodo 2000-2020. Así que en 2009, British Columbia promulgó una ley que obliga a usar madera en todos los nuevos edificios que tengan financiamiento público.

La capacidad de la madera de almacenar carbono, junto con los avances en la tecnología y el desarrollo de materiales –como paneles sólidos conformados por múltiples capas de tablas colocadas en distintas direcciones, sistema que optimiza la resistencia de las fibras–, la hacen un rival respetable al acero y concreto para la estructura de un edificio.

El desarrollo de paneles del tipo LSL (Laminated Strand Lumber), el LVL (Laminated Veneer Lumber) y el CLT (Cross Laminated Timber) fueron un punto de inflexión para Michael Green. Los ladrillos Lego de 8 puntos, explicó, sirven para construir muchas cosas entretenidas. “Pero un día encuentras un ladrillo de 24 puntos, y es ‘Guau, es increíble. Puedo construir algo muy grande y esto va a ser espectacular’. Ese es el cambio. Los paneles sólidos son los ladrillos de 24 puntos”, comentó.

Además, como la madera es liviana, los edificios podrían producirse en fábricas y sólo armarse en terreno, lo que reduce el impacto del transporte de materiales a los sitios de construcción. De hecho, el arquitecto británico Andrew Waugh, otro impulsor de la construcción en madera, destaca la precisión, rapidez y limpieza que conlleva. En su exposición en la Feria Comad en Chile, a fines de 2018, contó su experiencia en la construcción de Murray Grove, en Londres: se puede levantar la estructura de un edificio de nueve pisos en 27 días con cuatro carpinteros. El uso de los paneles se traduce en sitios de construcción más limpios y silenciosos, ya que en lugar de taladros, betoneras y soldadoras, sólo hay equipos de personas uniendo paneles con atornilladores inalámbricos. Y generan menos basura que una construcción tradicional.

Por último, la madera se puede reciclar. Las piezas de un edificio se pueden desmontar y reutilizar, asegurando que el carbono sigue atrapado en sus fibras.

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